Playa Inicial - Orilla

Yefry se encontraba sentado en la orilla, mirando el infinito horizonte, ensimismado con el sonido de las olas al romper.

Tras un rato sin movimiento alguno oyo que alguien lo llamaba, era el chico de la pelea, se acerco a el y este sin decir ni una palabra le paso una nota, acto seguido se tumbo en el suelo.

Yefry atonito se quedo mirando al muchacho un momento y se puso a leer la nota.

"Pasad esta nota, a todas las personas, aseguraos de que todos la toquen con sus propias manos... Tenemos que hablar...".

Spoiler:

Tras reflexionar un rato se la paso a la chica.

-Toma, parece que quien sea quiere hablar con nosotros.- le dijo a la chica mientras le daba la nota, y se iva otra vez a la orilla a pensar

OFFTOPIC: Dejad de postear por hoy, lo dejamos en pausa, para que el resto de gente se despierte... X_x.

AVISO 1: Cuando termine la introducción, acordaos de restar los NS a vuestros PJs.
AVISO 2: Es incoherente dar nombres falsos sin haber hablado con el shinigami xD

Muchos acontecimientos el joven estaba dormido. Con la pequeña pelea y demas, Draco, habia ido a la sombra de un arbol... El sol era demasiado agobiante como para discutir o seguir escuchando las estupidas conversaciones de los demas... las vistas era hermosas pero sabia que no lo serían de aquí a un tiempo, sobre todo si el chico peleón seguia asi por mucho tiempo

De repente se levantó para seguir dislumbrando las bonitas vistas, acercandose al grupo que se pasaba una nota

- ¿Qué tiene de especial esa nota? Llevais bastante rato pasandola

El calor de los rayos del sol y de la arena misma acabó por abrir los ojos de aquel joven que reposaba en la costa. No obstante, se quedó recostado, mirando hacia el cielo, haciéndose preguntas que seguramente ya se había hecho todo aquel que hubiera despertado en ese lugar. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta aquí?

Una vez levantado pudo ver que ya habían otros de pie, cada uno a lo suyo, y echando un rápido vistazo a todos se apartó para recostarse de nuevo en una palmera. Dejando de pensar por unos instantes, y ya habiendo abandonado ese calor que le incineraba la piel, cerró los ojos. Poco entendía, pero ya habría tiempo para entender.

- Mucha gente, pero la mayoría idiotas... -susurró.

La chica estaba dormida, se sentía mal, una sensación desagradable en su piel, parecía que se estaba quemando... Y de repente, una subida repentina, era mas cómodo que la arena caliente y al parecer mientras más pasaba así menos se sentía el calor. Entonces una bajada igual de repentina, sobre la arena, pero al parecer en una sombra. Se empezaba a despertar, escuchaba palabras pero no las entendía, así se volvió a dormir.
En su cara se notaba sufrimiento, una pesadilla talvez, pero inmadiatamente se despertó exaltada.

- ¡Mi... Mi piano...!

Respiraba aceleradamente, se veía confundida, cerró los ojos y los volvió a abrir lentamente, observó su alrededor... Había más personas, todos desconocidos, aunque eso no era muy nuevo, nunca hablaba con los demás. Suspiró y se apartó un poco de los demás, solo les observaba en silencio, bajo una sombra.

Spoiler:

Haruko observó distraída cómo se iba levantando al gente y acercando a dónde se encontraba ella.
Alguien le dijo algo sobre un papel y acto seguido se lo pasaron.

El papel... Sin saber muy bien que hacía lo cogió y leyó.

Una carcajada... A sus espaldas... Una voz que no había oído en su vida, no parecía humana... Y no lo era.
Un ser maquiavélicamente deforme, con cuerpo de niño, y esa expresión diabólica en su cara... No era un humano ni queriendo.

Haruko se quedó paralizada de horror. Pero al ver que los que habían tocado la nota se habían percatado de la presencia de aquel ente también, se controló para no gritar. Y con un valor inesperado, incluso para ella, le dijo a ese ser:

- ¿Qué vas a hacer cuando todos te veamos? Decirnos que eres un amigo no colará...

El leve murmullo de las olas, despertó poco a poco a la jovencita. Notaba como el suelo estaba caliente en exceso, y con una superficie porosa, como si se encontrase tumbada boca abajo sobre la arena. Sentía como el agua de la orilla que se hallaba a sus pies, tocaba su extremidad derecha, de la cual había desaparecido una de sus zapatillas deportivas. El agua del mar tocaba a la niña de manera juguetona, mojando la punta de sus dedos, y volviendo a su casa, el mar, cual niño molesto haciendo una de sus travesuras preferidas. La chica aún seguía completamente desorientada, no sabía donde demonios se encontraba, ni donde estuvo antes de llegar a... quien sabe donde...

Sara, hizo un esfuerzo por abrir los ojos un poco más. Pronto empezó a tomar conciencia de la situación, y sintió algo en su boca... Llevó su mano derecha hasta ella, y pasó uno de sus dedos por su lengua.

-¿...Arena!?- La chica, no pudo escupir la arena. Debido a la sorpresa, se tragó accidentalmente gran parte de la tierra que se hallaba en su boca, lo que le provocó un violento ataque de tos.
Mientras tosía, recordó: El ascensor, el apagón, la sombra en el espejo... Todo. Por su mente, pasaron todas las imágenes de aquella tarde, como un veloz tren. Después del apagón, había aparecido dormida en un extraño lugar, con arena en la boca...

Desde hace un rato, estaba escuchando voces. No entendía nada de lo que decían, sin embargo, parecía no estar sola en la isla. Completamente perdida, asustada, y sin entender de que iba esta cruel broma, decidió girarse hacia arriba, para confirmar sus pensamientos.

En efecto: Lo que vio, terminó de alarmarla por completo. Un imponente sol, se alzaba ante ella, y podía vislumbrar la copa de algunas palmeras, con el rabillo del ojo. Se encontraba en una playa, en medio de la nada. La chica, se levantó de sopetón, tambaleándose, pero sin poder mantenerse el pie, cayó de rodillas nuevamente, pegando un fuerte grito:

-Ah... Ah... Que... ¡AAAAAAAAAH!-

Unas lágrimas de confusión salieron de los ojos de Sara. Se encontraba rodeada de desconocidos, en una isla desierta. Esa no era una situación para nada normal. La muchacha intentaba levantarse, pero sus piernas le fallaban; El miedo y la confusión amenazaban su estabilidad física y mental. Su pesada mochila cayó al suelo, y llorando a lágrima viva, se acercó como pudo, a la persona de la que más cerca estaba: Un hombre rubio que se hallaba recostado en una de las palmeras, de aspecto serio, con una extravagante traje rojo, al cual le faltaba una de las mangas, y que mostraba su brazo desnudo.

-¿Donde... estamos...? ¡DONDE ESTAMOS, JODER! ¡¡SÁCAME DE AQUÍ!! ¡¡¡SÁCAME DE AQUÍ!!! - Gritó la chica desesperada.

Abrió un ojo, ya despierto de hacía rato, y miró a la adolescente delante de él, completamente histérica. Seguramente estaba tan confundida como él por la situación en la que se encontraban -véase perdidos en una isla aparentemente desierta- pero, no acostumbrada a cosas de este tipo, parecía no poder controlar su desesperación. Y frente a él, la primera persona con la que se había topado, lloraba desamparada. ¿Qué hacer en momentos así?

- ¡Tranquilízate, niña!

Levantó su brazo derecho, y con él le acarició la cabeza cuál padre acaricia a su retoño cuando llora dolorido por una caída. Sonrió con una mueca sarcástica, dándose cuenta que estos últimos meses, quizás por su nuevo trabajo, se estaba acostumbrando a ese comportamiento paternal, y eso era peligroso. Pero por un poco más, nada pasaría.

- Si pierdes la calma las cosas van a ser peores -apoyándose en el árbol, se puso de pie, y miró hacia donde unos cuantos se repartían un papel que quién sabe de donde lo habían sacado-. Ahora estás en una isla desierta, y aunque esta gente aún no se ha percatado, las leyes y reglas de la bonita sociedad en que vivías, aquí no se aplican. Has de ser fuerte, si quieres sobrevivir.

Se giró, mirando a la chica de nuevo, y con una muy leve sonrisa le dio unas palmaditas.

- ¿Entiendes? No está en mis manos el sacarte, sino en las tuyas -cierto, aquí llegaron todos sin quererlo, y estaba claro que no se podrían marchar con un chasquido de dedos-. Pero bueno, por ahora vayamos con esos, que parece que reparten caramelos o algo.

Y se alejó caminando.

-¿Donde... estamos...? ¡DONDE ESTAMOS, JODER! ¡¡SÁCAME DE AQUÍ!! ¡¡¡SÁCAME DE AQUÍ!!!

Tras oir esto el chico giro la cabeza, vio que mas gente se habia despertado, varios de ellos parecian ser mas viejos que él, tambien cayo en la cuenta de que habia algo queno habia visto antes cunado se desperto, se trataba de un ser horrendo, cuyo cuerpo estaba constituido por huesos.

El muchacho creyendo que ese ser era la causa de estar tatas horas sentado al sol decicio levantarse y tumbarse en la sombra de la vasta vegetación, fijando sus ojos hacia el cielo, esperando no ver a aquel extraño ser la proxima vez que mirara al tan pintoresco grupo.

Maya se despertó en una playa, no reconocía a nadie allí y tampoco sabía donde estaba. No recordaba nada de lo que había sucedido antes de quedarse dormida, o haberse golpeado o lo que fuera para luego aparecer en aquel lugar.
Las demás personas ya se habían despertado, miró a su alrededor la mayoría eran chicos, pero había alguna que otra chica.
Como se encontraba lejos del grupo se acercó a ellos

- Disculpad...¿alguien sabe algo sobre que hacemos aqui?

Haruko no reaacionaba. No pensaba con claridad.

-Verde, esperanza... jungla...sí... vamos... no... -pensó que pregunar "¿qué eres?" sería poner a prubea el temperamento de esa cosa, por eso preguntó- ¿¡Pero tú quién eres!?
Puede que eso fuera aún pero.

Haruko se volteó al oír una voz desconicida. Aún tenía en su expresión la secuela del terror que le había producido ver a ese engendro monstruoso.

¿Cuánto tiempo permanecería allí? ¿Qué estaba pasando? Prefería no preguntarse nada sobre el "monstruo si se podía llamr así... En su mente afloraban mil y un pensamientos.

Se estaba hartando de todo.

No sabía cuanto tiempo podría aguantar sin que le explotara la cabeza... Era cómo una presión constante. Así que, medio ausente, se decidió atender a la chica y no pensar, aunque fuera un segundo...

- Por fin la gente vulve en sí... No, no sabemos que estamos haciendo aquí -Haruko se acercó a ella, parecía desconcertada-. ¿Estás bien?

*Qué pregunta más apropiada, le pregunto si está bien cuando yo misma no se ni si estoy. Muy bien...*

Mientras esperaba la respuesta de la pelirrosa, el shinigami escuchó unos alaridos a unos metros de distancia de donde se encontraba levitando.

Al girar su huesuda cabeza, observó como una jovencita se había despertado bruscamente, gritando de la manera más histérica, y reclamando a los cuatro vientos, una explicación lógica de su estancia en aquel paraje tropical. La joven se acercó a uno de los hombres, aquel misterioso rubio de ropas rojas, y por lo visto se propuso dejarle sordo con su llantina.

Shunsuke observaba divertido, la reacción de la niña, hasta que escuchó que aquella chica con aspecto de motorista, le contestaba:

-Verde, esperanza... jungla...sí... vamos... no... -pensó que preguntar "¿qué eres?" sería poner a prubea el temperamento de esa cosa, por eso preguntó- ¿¡Pero tú quién eres!?

La ignoró de nuevo por completo

-Es gracioso... -Comenzó a decir Shunsuke, mientras dirigía la vista nuevamente a la frondosa jungla- ¡Mirad cuánta "esperanza" a vuestra espalda! ¡Estáis rodeados de ella! Y a pesar de estarlo, a partir de éste momento, careceréis de la misma...

El monstruo señaló a la chica que lloraba:

-Incluso hay gente que ya la ha perdido... -Añadió, emitiendo una sorda carcajada-

La chica había ignorado sus palabras, y se había ido a ayudar a la pequeña. El Shinigami le advirtió:

-Yo que tú, me ocuparía de pasar esa pequeña nota escrita por mi, antes de intentar ayudar a otra persona. Mi hermano está por aquí, y se desespera con mucha facilidad, al contrario que yo... En pocas palabras. O todos tocan esa nota, o... ya sabéis, ¿No? ¡Kwe, Kwe...!

El Shinigami, tras pronunciar estas últimas palabras, y emitir unas carcajadas, voló hacia la jungla, desapareciendo de la vista de los visitantes.

Haruko miró a los demás contrariada. ¿Que debía hacer? Pasar la nota era lo que le habían dicho... pero cundiría el pánico...

Le pareció que su mente se paraba. Ese monstruo había salido volando hacia la selva... ¿Era ahora el momento?

Disimuladamente tocó la mano de la chica a la que estaba consolando con la nota.

*Mejor que ahora no entre en pánico.*

Le dió unos golpecitos de ánimo y se volteó hacia el chico rubió. "Ese" chico...

Alargó la mano con un gesto indeciso, entregándole la nota.

- Pásala tú- dijo aún con el sabor metálico de su propia sangre en la boca-.No soportaría tener que hablar con ese bastardo...

"Su hermano... ¿Hermano...? ¿De verdad este tío... es imposible que algo asi exista... Sin embargo, es interesante... a menos que se trate de una carísima broma. Je, quiero saber que nos tiene que decir."

Estaba embobado en mis pensamientos, haciendo prácticamente caso omiso a lo que pasaba a mi alrededor. La voz de Haruko me hizo volver en mi.

-¿Eh?-me giré despreocupado mirando fijamente a la chica. Tenía unos peculiares ojos amarillos, aunque no muy peculiares, los mios también lo eran.-Claro, no te preocupes ^^.

Agarré la nota y le di la espalda a la pelirrosa, dirigiéndome a ese chico pelirrojo de tan estrafalaria apariencia.
No fui hacia chico por nada en concreto, sólo que, como iba vestido de rojo, mi vista involuntariamete se fijaba más en él.

-Hey, buenos días. Tengo que darte esta nota, puedes leerla si te apetece. El tío que nos trajo aqui nos dice de ir rulandola, no se como va la cosa, pero no hay más remedio. Toma ^^.

Después de darsela me desperezé un poco soltando un bostezo y me dirigí a una palmera para descansar. Llevaba demasiado tiempo de pie haciendo el pelele.

- ¿El tío que nos trajo aquí...?

El de ojos oscuros miró el papel en su mano, y leyó su contenido silenciosamente. "¿Tenemos que hablar?"... Qué coraje. Suspiró, y haciendo unos pliegues en la hoja se fijó en el tipo que se la había dado.

"Un rubito de ojos dorados y con pinta de Don Juán... Bah, ya he conocido a un par así. A este sólo le salva que parece buena gente..."

Luego se giró, y le lanzó el papel a la chica castaña que había conocido hacía poco. No dijo nada, y se acercó al agua para sacarse un poco la arena de los pies. Más tarde, si hacía más calor, empezaría a quitarse ropa.